Si no sigues un plan determinado, acabarás por caer en caprichos mientras compras en el supermercado. Igualmente, si no tienes la comida que deberías tener en el frigorífico, acabarás por ordenar algo poco saludable. La rigurosidad y la constancia son vitales.
OLVIDARTE DE LOS PROBIÓTICOS
Que tu flora intestinal se encuentre en equilibrio es mucho más importante de lo que parece, pues puede hacerte más o menos tendente a sufrir obesidad. Dale a los probióticos la importancia que se merecen comiendo, por ejemplo, un yogur fresco al día.
LOS PICOTEOS EXCESIVOS
Estamos hartos de escuchar aquello de las cinco comidas al día y acabamos por consumir en exceso algunos alimentos que, en principio y en su justa medida, no tendrían nada de malo (como los frutos secos). Ante la duda, escoge siempre una pieza de fruta.
DEJARTE LLEVAR POR TUS EMOCIONES
Si tienes los ánimos bajos o sufres de ansiedad, trata de solucionar el problema de base y no refugiarte en la comida: es más efectivo y no te hace engordar.
LOS REFRESCOS A TODAS HORAS
A veces se nos olvida que no son agua y acompañamos cada comida del día con una lata de estas bebidas carbonatadas. Grave error. No solo no te estás hidratando correctamente, sino que estás inflando tu cuerpo de azúcar y calorías vacías.
PRESCINDIR DE LOS VEGETALES
Los vegetales no deben ser ni un adorno ni una excepción, sino una constante. Una cuarta parte de cada uno de tus platos debe componerse de verduras si realmente pretendes llevar una dieta equilibrada.
Con información: Rebañando