La capital venezolana es una ciudad que ha nadie deja indiferente. Entre sus múltiples caras uno olvida que la sorpresa siempre está a la espera de los que buscan nuevas experiencias. Si deseas conocer un lugar diferente en Caracas, te invito acercarte a La Iglesia de San Constantino y Santa Elena.
EL Templo de San Constantino y Santa Elena fue edificado en entre 1996 y 1999 en La Unión, El Hatillo, donado por parte de la comunidad Ortodoxa y el gobierno de Rumania. Teoctist I, patriarca de la Iglesia ortodoxa Rumana de esos tiempos, estuvo presente en la inauguración de uno de los lugares más singulares que habitan en la ciudad de los leones. Solo existen quince templos de esta categoría en el mundo, únicamente tres están fuera de Rumania, uno en San Francisco, otro en Chicago, y el otro te lo estoy presentando ahora.
De las llanuras templadas de Rumania al trópico nacional, El Templo de San Constantino y Santa Elena brinda la posibilidad de sacar nuestros ojos y neuronas de su zona de confort para adentrarse en una aventura espiritual. Fue edificada con maderas de tres tipos (roble, abeto y filo), importada desde la nación centroeuropea, decorada con arte neo-bizantino, diseñada y realizada por diez artesanos provenientes de Maramureş, en Transilvania.
Influencias
Entre el siglo V y el siglo VIII El Imperio romano Oriental fue testigo de un llamativo período del arte. El papá Gregorio declaró que las imágenes deben ser la lectura de los analfabetos, y que las palabras de la Biblia debían expresarse en mosaicos para la enseñanza a los fieles, dando por culminado el gran debate del Imperio. Se argumentaba que los griegos páganos no idolatraron a los dioses, sino a sus representaciones, y que el buen cristiano no debía caer en el mismo error.
Para sobreponerse a esa realidad se ideó un estilo que serviría de apoyo a cualquier feligrés. La sencillez de las dimensiones y la claridad fueron factores indispensables, nadie podía irse sin entender la ilustración. Para evitar el despertar de las pasiones que nos acercan a la tentación se procuró evitar el uso de la emocionalidad exacerbada, solo sería mostrada la serenidad. Valiéndose de los conocimientos de la plástica greco-romana para representar los movimientos naturales, la frontalidad con la que los protagonistas recibían a los espectadores debía ser natural e imponente.
Posteriormente, se inventó en Francia el estilo gótico, en el siglo XII. Dicha corriente reemplazó al románico, y en lugar de usar grandes bóvedas y sostenerlas con sólidos muros se valieron de juntar andamiajes de piedra, y en lugar de hacer arcos semicirculares, usaron dos arcos que se encuentran en un solo punto. Se creó el arbotante, un arco exterior que transporta el peso de la bóveda a un contrafuerte no interno. Estas innovaciones técnicas brindaron la oportunidad de colocar largos ventanales en lugar de muros, los daban efectos de intensa luminosidad.
Gracias al dominio de las técnicas descritas, se logro elevar en gran medida la altura de las iglesias. Empezaron a realizarse iglesias de tejados altos y puntiagudos por Francia, y luego por el resto de Europa. Al observar el interior y el exterior de una Iglesia gótica de cualquier fecha o ubicación se tiene la certeza de que la percepción juega con el observador, pues los tamaños parecen variar. Se conseguía la sensación de estar dentro de un invernadero, y en conjunto con la luz abundante, la protección divina brindaba seguridad a todo cristiano que se dejase cautivar por su esplendor.
Características mencionadas fueron reproducidas magistralmente en las iglesias de madera de Maramureş a lo largo del siglo XVI. Tras numerosos conflictos religiosos la zona de Transilvania quedó en aislamiento, el Imperio Otomano llego a destruir muchas iglesias cristianas intentando imponer el Islam, y llegada la era de paz gracias al poco contacto con el exterior se mantuvo una cultura rica en tradiciones. En ese mismo siglo, un edicto prohibió construir iglesias en piedra, por lo cual los arquitectos se vieron obligados a trabajar exclusivamente en madera.
Los campesinos de Maramureş desarrollaron un estilo arquitectónico único en el mundo. Untando una amalgama de estilos (gótico, bizantino, barroco y renacentista) y un conocimiento de carpintería de varios siglos se erigieron iglesias por toda la región que brillan por la diferencia respecto al resto de Europa.
La capilla mencionada se presenta exteriormente con cualidades góticas pero posee cualidades del arte bizantino por adentro.
Sensaciones
El entrar en la capilla cambia cada aroma que hayas podido tener previamente. Sus paredes son anacronismos. Su arte es espiritualidad. Su aura es un viaje en el tiempo y el espacio, al entrar debes saber que su imagen no saldrá de ti.
La curiosidad es una constante que se acentúa con el mirar insaciable. Cada centímetro de su madera está perfectamente ornamentado, sin errores o desequilibrios. La ambición de los diez artesanos rumanos no deja duda de que la casa de Dios ha sido decorada con base de oración y esfuerzo. Sesenta mil tejas de madera de adobe cubren su techo. Treinta metros de altura tiene su punto más alto. Mosaicos te dan la bienvenida alrededor de la puerta. No tiene ni un solo clavo o material metálico, representar la pureza fue un aspecto prioritario en su elaboración.
Las paredes ofrecen una estética de tiempos remotos, donde la iconografía imperaba en el arte cristiano de la Europa Oriental. San Demetrio protege desde una pared, San Nicolás desde otra. En una de sus partes superiores se ve la muerte de un dragón que ha perdido la batalla contra un caballero medieval. Una secuencia de mosaicos de distintos tamaños recrea la crucifixión de Jesucristo, otras recrean escenas épicas, personajes bíblicos y el sentir de todos suss creyentes. Observa hacia arriba y veras las curvaturas del techo, y en la bóveda reposan los ángeles.
En compañía de la luz que entra por las ventanas, resulta imposible no perderse dentro de la abrumadora presencia de planos bidimensionales, de colores brillantes y poco cambiantes. Típico del arte del Imperio Romano Oriental.
Cada detalle de su aspecto físico, su historia o su significado es una peculiaridad. La suntuosidad atrapa las pupilas para no dejarlas escapar. Y entre uno más mira, más se maravilla. Aquellas sensaciones de la infancia donde cada detalle causaba impresión y asombro regresan. El tiempo parece no detenerse.
En lo alto de su torre está Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela. La iglesia es para todos. Cristianos de cada congregación son bienvenidos. Un hogar para cada ellos y para nosotros espera a todos con las puertas abiertas. Nuestro país no deja de estar presente en la capilla ortodoxa.

Se escucha la música de los cantos gregorianos bizantinos que suenan desde el reproductor. El padre Vasile Lungeanu narra las tradiciones rumanas. Te bendice con un aceite que sana el alma. Te sonríe y te hace sentir en casa, te lo dice con sinceridad.
Es imposible despedirse de un lugar que te da la bienvenida con tanta humildad y tanta riqueza a la vez. Un trato amable y cordial cierra con broche de oro la visita del transeúnte ávido de nuevas experiencias.