Caracas es una ciudad de espacios pequeños y grandes, sucios y limpios, nuevos y viejos. Sabana Grande es uno de esos espacios donde todas las definiciones caben y aún así queda incompleta la tarea de catalogarlo. Largo y de calles estrechas, con más pasajes y conductos de los que a simple vista se ven y que a menudo se amplían y se empequeñecen, con lugares cubiertos de basura y otros en los que podrías ver tu rostro si el ladrillo fuera cristal, pueden verse sus décadas y puede verse la modernidad de algunos de sus locales. Sabana Grande es un lugar de apariencias de camaleón.
Llego a Chacaíto a las 12:30, me bajo en la Estación del autobús, la cual queda justo al lado del metro. Allí empieza la Plaza Brión de Chacaíto, y sigue por el Bulevar de Sabana Grande. El día es soleado aunque tiene algunas nubes, y la caminata debe proseguir. Es tiempo de recorrer uno de los mayores patrimonios culturales de Caracas.
Geografía e historia
Las calles del Bulevar son de ladrillos curvilíneos que van en perfecta simetría. Bordeando el camino de los autos se encuentran triángulos de cemento. Conserva edificios de distintas épocas de la arquitectura de Venezuela, yendo desde lo colonial hasta lo contemporáneo. La diversidad de locales hace que el contraste sea sutil, aunque imposible de no notar.
Sabana Grande es una encrucijada entre el Este y el Oeste. A veces nos olvidamos que Caracas es una sola, y Sabana Grande sirve de recordatorio. Mide 1,6 kilómetros de largo y cuenta con tres estaciones del metro, Chacaíto, Sabana Grande y Plaza Venezuela, y se encuentra entre las zonas que dan los nombres a las estaciones del metro.
En el siglo XVIII la ciudad capital de Venezuela contaba con lo que llamaba “El Casco Central de Caracas”, un camino de calles construido con piedras que servía para que transiten los habitantes de lo que en eso entonces era una ciudad constituida mayormente por haciendas. Dicho Casco recorría el Centro y varias avenidas de lo que hoy día es el Oeste de la ciudad, y el Bulevar encuentra su origen allí, pues la Calle Real de Sabana Grande se remonta a esa época.
En el siglo XIX la zona ganó relevancia al ser ascendida al rango de Parroquia en 1852 debido a la gran cantidad de gente que la habitaba, y también debido a la inauguración del Hipódromo de Sabana Grande fundado en 1896. Además, por eso entonces el ferrocarril central de Caracas se ubicaba entre el sitio y la Campiña. Ese pasado le confirió un gran status económico en la ciudad y por ende tuvo un gran desarrollo.
El Gran Café de Sabana Grande fue edificado en el siglo XX con el objetivo de convertirlo en un sitio de referencia cultural, hecho para la sociedad bohemia. El mito cuenta que fue fundado en por el francés Henri Charrière “Papillón”, famoso por recorrer diversas partes del mundo huyendo de la justicia, para luego venir a Venezuela y fundar el local. Lo cierto es que únicamente se dedicó a escribir sus memorias allí, y de eso hay evidencia fotografía. El grupo intelectual “La República del Este”, grupo de escritores venezolanos, solía hacer sus tertulias allí.
En los años 90 la zona se cubrió de marginalidad y fue abandonada por los caraqueños, no obstante, el Centro de Arte de PDVS consiguió restaurarlo y darle nuevamente el toque que tanto le hacía falta, aunque dicha restauración también dejo algunos cambios negativos.
La experiencia de un paseo por Sabana Grande
El Bulevar conserva muchos de los negocios de viejos tiempos, por lo tanto los ojos pueden sorprenderse con facilidad. La abundancia de transeúntes por la zona es una de sus principales atracciones, pues en tiempos de inseguridad puede resultar agradable el darse el lujo de rodearse de multitudes sin el constante sentimiento de acoso por la delincuencia.
Caminando se encuentran payasos que divierten a los niños con burbujas. La cara pintada de la mujer intensifica sus colores cuando una niña empieza a jugar con ellas. Más adelante, un flautista ambulante vende un instrumento de viento, y su melodía puede interpretarse cómo el ritmo de los ciudadanos que transitan por la calle.
Continúa el recorrido y se ven vendedores de cotufas con kioscos rodantes de años atrás. Si no se cuenta con mucho dinero, será posible comprar algo pequeño a los buhoneros que venden dulces en la calle, ellos abundan en el lugar.
Un mimo hace su arte con total dedicación, y la multitud le rodea con gusto. Cada mueca que hace parece ser obra de un habilidoso escultor, y su movimiento resulta tan lento y tan realista, que uno se sumerge en el espectáculo.
El arte callejero es la fauna de Sabana Grande. Las estatuas se prestan para los selfies, y aunque ellas no se mueven, conocen la manera de seducir al espectador. Obreros, niños, gente común y Armando Reverón figuran entre los personajes metálicos del lugar, cada uno con su encanto característico. Sonrisas, contemplación, serenidad y respeto pueden infundirte, recuerda que el ángulo determinará tu relación con los habitantes mudos. Tú crees que no, pero ellos te escuchan.
La infancia es amiga del espacio, pues este tiene un arsenal de diversión. La figura del sube y baja se presenta crónicamente, los colores y tamaños varían, pero no deja de repetirse. Ruletas, cuerdas de escalar, toboganes y rayuelas se ubican en cada sitio en el que un niño necesite jugar.
Los edificios de hoy en día te hacen una hormiga que recorre el hormiguero entre sus miles de compañeras. Las perspectivas cambian, y al entrar en una de sus calles ves que es más pequeña que la anterior. Si decides ir con fines recreativos, los restaurantes pueden encontrarse en cualquiera de sus partes.
Lo negativo del camino es que aunque de forma más sutil que en otras zonas de Venezuela, la propaganda política puede encontrarse y restarle belleza a un lugar tan bien reconstruido.
Sin lugar a dudas, Sabana Grande es una de las mejores opciones para contemplar a la ciudad de Caracas en lo que ha venido siendo y es actualmente. Un encuentro de épocas y estilos, un lugar acto para cada mirada. Sabana Grande es una persona de cemento y arte, es una persona que vela por el disfrute de la ciudad de los leones.