Los orígenes de la animación

Diego Torres
By Diego Torres 10 Min Read

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Uno de los sectores de la industria cultural actual que más cambios ha venido teniendo en los últimos años es el de la animación, tanto para TV como para cine.  Al observar cualquier producción como la serie animada “Gravity Falls: Un Verano de misterios”,  o las películas “El origen de los Guardianes” o “Intensamente” el asombro puede elevarse. Sin embargo, probablemente cambie esa impresión al ver la calidad de imagen de las producciones hechas hace diez años. ¿Te animas a saber cuánto ha cambiado?

Las técnicas para realizar una animación varían mucho, y aunque tienen muchos procesos en común tienden a ser trabajos diferentes. La animación tradicional es realizaba dibujo tras dibujo, la animación stop motion se basa en fotografías tomadas a objetos que se van moviendo, y la animación a computadora que realiza las imágenes en programas digitales para realizar la secuencia. Aunque hay otras técnicas, también se basan en el principio de colocar un pictograma tras otro, repetidamente, hasta conseguir el efecto de movimiento fluido. Esa es la base de la animación.

La animación es una disciplina de paciencia y trabajo riguroso. A diferencia de una película de acción real, los personajes son creados, y cada movimiento gestual que hagan debe ser preciso y coordinado tanto con el anterior como con el siguiente, es menester que la secuencia sea lógica y carente de cambios abruptos, detalle por detalle. La forma de cada sujeto cambia momento a momento, el color y sus tonalidades, también va cambiando el escenario. El sonido y la música de fondo también deben tomarse en cuenta, pues estos deben concordar con lo que aparece en la pantalla, y si se usan actores de voz todo se complica mucho más, puesto que encontrar una voz  adecuada para cada figura animada es un trabajo complicado, además de conseguir la expresión adecuada para sus palabras (lo que involucra movimiento en el rostro y demás partes) es una tarea ardua.


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Todo ese proceso es dependiente de la tecnología. A medida que está ha avanzado, sus técnicas han ido en constante progreso. En sus orígenes, la animación era una labor titánica que solo podía reproducir creaciones de corta duración y estéticas sencillas, y hoy en día no ha dejado de serlo, pero la diferencia es que en nuestra época el adjetivo también elude a las producciones en sí, las cuales pueden durar muchísimo más  tiempo y tener una imagen visual con posibilidades casi infinitas en texturas, colores, dimensiones y efectos.

Aunque parezca mentira, las primeras animaciones que se realizaron eran asombrosas para las personas de tiempos pasados. Cuenta la anécdota que cuando los hermanos Lumière estaban haciendo los primeros filmes  presentaron “La llegada del tren”, cinta en la cual la única acción era el pasar de un tren, todos los que se encontraban en la sala huyeron despavoridos hasta darse cuenta de que no se trataba de un tren de verdad. Para aquellos espectadores eso era grandioso, jamás  habían visto algo así. Igual pasa con las primeras películas animadas.

Los primeros maestros

La animación es más antigua que el cine de imagen real. A finales del siglo XIX el francés Émile Reynaud inventó el praxinoscopio, un invento que proyecta una secuencia de imágenes dibujadas y lo utilizó para hacer las primeras películas animadas entre 1888 y 1895. Los filmes eran presentados en el Museo Grévin y fueron llamados por  “teatro óptico” por su autor. Aunque hizo cinco obras, solo se conservan dos de ellos, “Pobre Pierrot” (1892) y “Alrededor de una caseta de baño” (1895). Sus trabajos muestran situaciones cómicas en una estética naif, con escenas ligadas al mundo de las artes escénicas.

En Francia se vivió una época en la que se inventaron muchas técnicas de animación. Émile Cohl fue otro innovador. Antes que nada, Cohl era un caricaturista que quiso darle movimiento a sus ilustraciones, y valiéndose de su conocimiento técnico y de su habilidad en la fotografía, realizó una serie de cortometrajes. El primero de ellos “Fantasmagorie” (1908), historia hecha con tiza de un personaje (muy similar a Pinocho) que va pasando por diferentes estados. Luego, en 1920, surgió “The Hashers Delirium” ,  narración hecha con dibujos que muestra las ensoñaciones de un hombre. Hubo muchas más, y casi todas mantuvieron características similares como la creatividad del dibujo y la innovación práctica.



En el país galo también se encontraba otro maestro de futuras generaciones, George Méliès. Dicho individuo fue primero ilusionista y luego cineasta, y aunque utilizaba actores para sus celuloides, utilizó muchas técnicas que más tarde los animadores realizarían. Algunas  de ellas fueron dibujar a color directamente sobre las cintas, diluir las fotografías o mezclar las mismas. Su película “Viaje a la luna”, basada en la novela de Julio Verne, contiene imágenes irreales no posibles por el cine a imagen real. Sin lugar a dudas, Méliès fue el primero en realizar  la combinación entre   filmación de actores y animación.

En ese mismo momento (1906), pero al otro lado del Atlántico, J. Stuart Blacton,    creó el corto “Homorous  Phases of Funny Faces”, en el cual utilizó la técnica stop motion para recrear con movimiento como eran dibujadas sus caricaturas en una pizarra. Su mano, la tiza, el borrador y los dibujos protagonizaron dos minutos de secuencia.

En 1914  de Winsor McCay realizó “Gertie, the donosaur”, cortomotraje de cinco minutos en el que muestra a Gertie, un simpático dinosaurio hembra, bailar y seguir las ordenes del narrador que se expresa con letreros. Las líneas simples y el dibujo sin color caracterizaron esta ingeniosa creación, que fue pionera en su tiempo.

Los primeros largometrajes

Algo que pocos saben es que el primer largometraje de animación que se hizo en el mundo fue argentino. En 1916 la empresa cinematográfica de Federico Valle contrató al joven de 19 años Quirino Cristiani para que dibujara para sus películas. Debido a que Valle le pidió que las imágenes estuvieran en movimiento, Cristiani utilizó técnicas de animación para vencer al hieratismo, y debido al éxito obtenido, pudo realizar un año después el primer largometraje de animación de la historia, “El apóstol”, para después realizar “Sin dejar rastros”, también de larga duración. Ambas fueron sátiras a la situación política de Argentina de eso entonces, tendencia que no abandonó.  En los años siguientes realizó otras obras, pero la totalidad de su trabajo se perdió debido a un incendio y pasó al olvido en su país.

¿Acaso sabías esto?
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Ejemplos destacables siguieron apareciendo, muchos más de los que es posible mencionar aquí. No obstante, debemos dar crédito a un David que se convirtió en Goliat  entre la segunda y la tercera década del siglo pasado: Walt Disney. Al momento de estrenar el primer largometraje animado con color y sonido, “Blancanieves y los siete enanos”, Disney ya había ganado seis premios Oscar. Al anunciar su proyecto, muchos trabajadores del estudio y de la prensa creyeron que había perdido la cordura, pero al momento de dar luz al proyecto de larga duración dibujado sobre acetato se comprobó que en realidad era un visionario.

Los años pasaron y Disney pasó a monopolizar la industria de la animación, aunque nunca dejaron de hacerse grandes producciones fuera de la compañía del ratón. Otros estudios como Warner Brothers o Hanna Barbera también tuvieron tiempos de gloria y prosperidad.

En la Europa Oriental también se originaron tendencias. Praga se convirtió la capital de la animación con marionetas, producto de su tradición con el teatro negro. Pero ninguna otra empresa logró igualar el éxito comercial de Disney.

Tus abuelos también crecieron con películas sin actores reales. La animación no es un arte que se congela en el tiempo. Sus estilos y técnicas cambian, pueden encontrarse rarezas y películas repletas de lugares comunes, pero siempre se verá un cambio en su desarrollo. La estética, las tramas argumentales y la narrativa irán creciendo en posibilidades cada vez más. Siendo una labor compleja estará siempre abierta a futuros cambios, tantos como la tecnología lo permita.

Diego Alejandro Torres/ Redacción ZigmaZ

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