San Ignacio de Loyola: el santo soldado que fundó una revolución espiritual (Historia y oraciones)

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By ZigmaZ 10 Min Read

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Cada 31 de julio, la Iglesia Católica celebra el día de San Ignacio de Loyola, una de las figuras más influyentes en la historia del cristianismo y fundador de la Compañía de Jesús, conocidos como los jesuitas. Su vida es el testimonio de cómo una profunda conversión puede transformar a un soldado ambicioso en un guía espiritual cuya influencia se extiende hasta nuestros días.

De soldado a santo: una vida marcada por la transformación

Íñigo López de Loyola nació en 1491 en el País Vasco, España, en el seno de una familia noble. En sus primeros años, aspiraba a la gloria militar y la vida cortesana. Según indica el portal Britannica, él sirvió como soldado bajo el duque de Nájera y llevó una vida típica de caballero de su época, con fuertes inclinaciones por el honor y la aventura bélica.

Su vida dio un giro drástico en 1521, cuando fue herido gravemente durante la defensa de Pamplona. Mientras se recuperaba, leyó libros sobre la vida de Cristo y los santos, ya que no tenía acceso a novelas de caballería. Esta lectura encendió en él un deseo profundo de entregar su vida al servicio de Dios.


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“Ignacio comenzó a notar cómo ciertas ideas lo llenaban de paz y otras lo dejaban vacío. Así nació su entendimiento sobre el discernimiento espiritual” .

El nacimiento de los Ejercicios Espirituales

Tras su conversión, Ignacio peregrinó a Montserrat y vivió un tiempo de recogimiento en Manresa, donde experimentó profundas revelaciones espirituales. Allí comenzó a escribir lo que se convertiría en su obra más famosa: los Ejercicios Espirituales, un método de oración, contemplación y discernimiento que ha guiado a generaciones de creyentes a una relación más íntima con Dios.

Los Ejercicios no son solo una guía de oración, sino una propuesta transformadora que invita al creyente a liberarse del ego, reconocer su propósito y vivir para la mayor gloria de Dios (Ad Maiorem Dei Gloriam), lema jesuita por excelencia.

La fundación de la Compañía de Jesús

En 1534, Ignacio y un pequeño grupo de compañeros (entre ellos San Francisco Javier) hicieron votos de pobreza y castidad en Montmartre, París. Más adelante, en 1540, el Papa Pablo III aprobó oficialmente la Compañía de Jesús, una nueva orden religiosa orientada a la educación, el trabajo misionero y la reforma de la Iglesia según reseña World History Encyclopedia.

Los jesuitas pronto se convirtieron en una de las órdenes más influyentes dentro del catolicismo, fundando centros educativos en todo el mundo, defendiendo la fe católica frente a la Reforma protestante y llevando el Evangelio a Asia, África y América.


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San Ignacio de Loyola murió el 31 de julio de 1556 en Roma. Fue canonizado en 1622 por el Papa Gregorio XV, junto a otros grandes santos como San Francisco Javier y Santa Teresa de Ávila. Su legado continúa vivo, no solo en las más de 200 universidades y colegios jesuitas alrededor del mundo, sino en la espiritualidad ignaciana que ha inspirado a laicos, sacerdotes y líderes sociales a vivir con profundidad interior y compromiso activo.

“Ignacio nos recuerda que Dios se puede encontrar en todas las cosas, incluso en medio del ruido del mundo moderno”, destacó la web de Aves Soc en su artículo sobre el santo.

Una devoción que sigue viva

En su día, 31 de julio, millones de personas en el mundo celebran la memoria de este santo con misas, jornadas de reflexión espiritual y actividades educativas organizadas por instituciones jesuitas. Su fiesta no es solo una conmemoración litúrgica, sino una invitación a mirar hacia adentro, a discernir y a actuar con conciencia.

En tiempos de incertidumbre, San Ignacio sigue siendo una brújula para quienes buscan vivir con propósito. Su vida demuestra que la verdadera fortaleza no está en la espada, sino en el corazón guiado por Dios.

Oraciones a San Ignacio de Loyola

Oración principal

¡Glorioso San Ignacio de Loyola!

Acudo a ti, protector mío para implorar tu auxilio.

Eres abogado especial de las causas difíciles,

por estar tan elevado en el Cielo, por haber hecho tus obras para

la honra y gloria de Dios,

combatiendo enemigos de la Iglesia, defendiendo nuestra santa fe,

expandiéndola por todo el mundo a través de tus hijos,

concédeme la divina piedad, por la grandeza infinita de Jesucristo,

y por la intercesión de su gloriosa Madre,

quiero expiar mis culpas, auxilio eficaz para amar a Dios

Mejores regalos para tus seres queridos

y servirle con todo empeño en adelante.

Te ruego me des firmeza y constancia en el camino de la virtud

y la dicha de morir en tu amistad y gracia.

Por todos los siglos.

Amén.

Oración de entrega

(Especialmente recomendada para la oración matinal y para la acción de gracias tras comulgar.)

Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.

Vos me disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed de ello
según Vuestra Voluntad.

Dadme Vuestro Amor y Gracia,
que éstas me bastan.
Amén.

Alma de Cristo

(Especialmente recomendada para la oración matinal y para la acción de gracias tras comulgar.)

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén.

Hacer oración

(Para antes de hacer un rato de oración mental)

Señor, de verdad deseo prepararme bien para
este momento, deseo profundamente que todo mi
ser esté atento y dispuesto para Ti.

Ayúdame a clarificar mis intenciones.
Tengo tantos deseos contradictorios…
Me preocupo por cosas que ni importan ni son
duraderas. Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

En todo lo que hoy soy, en todo lo que intente
hacer, en mis encuentros, reflexiones, incluso
en las frustraciones y fallos
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello, haz que ponga mi vida en tus manos.

Señor, soy todo tuyo. Haz de mí lo que Tú quieras.
Amén.

Señor, Tú me conoces

Señor, Tú me conoces mejor
de lo que yo me conozco a mí mismo.
Tu Espíritu empapa
todos los momentos de mi vida.

Gracias por tu gracia y por tu amor
que derramas sobre mí.
Gracias por tu constante y suave invitación
a que te deje entrar en mi vida.

Perdóname por las veces que he rehusado tu invitación,
y me he encerrado lejos de tu amor.

Ayúdame a que en este día venidero
reconozca tu presencia en mi vida,
para que me abra a Ti.
Para que Tú obres en mí,
para tu mayor gloria.

Amén.

Oración para rezar en todo momento

Ayúdame a clarificar mis intenciones.
purifica mis sentimientos,
santifica mis pensamientos
y bendice mis esfuerzos,
para que todo en mi vida
sea de acuerdo a tu voluntad.

Tengo tantos deseos contradictorios…
Me preocupo por cosas
que ni importan ni son duraderas.
Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

En todo lo que hoy soy,
en todo lo que intente hacer,
en mis encuentros, reflexiones,
incluso en las frustraciones y fallos,
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello,
haz que ponga mi vida en tus manos.

Señor, soy todo tuyo.
Haz de mí lo que Tú quieras.

Amén.

Oraciones extraídas de la web de Catequesis en Familia

También puedes hacer una oración con un video de YouTube del canal Oraciones en Video :

Redacción Zigmaz

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