Hablar de flatulencias o «pedos» es un tema que suele generar risas o incomodidad en muchas conversaciones. Sin embargo, más allá de los aspectos sociales y culturales que rodean este proceso natural del cuerpo humano, estudios recientes sugieren que la expulsión de gases podría tener beneficios inesperados para la salud, incluyendo la regulación de la presión arterial.
Las flatulencias son el resultado de la acumulación de gases en el tracto digestivo, generados por la descomposición de los alimentos en el intestino. Este proceso es completamente normal y ocurre en todos los seres humanos varias veces al día. Factores como la dieta, la microbiota intestinal y la velocidad de la digestión influyen en la cantidad de gases producidos y en su composición.
El gas intestinal está compuesto principalmente por nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono, hidrógeno y, en menor cantidad, metano y sulfuro de hidrógeno. Aunque algunos de estos componentes pueden generar olores desagradables, su expulsión tiene un impacto positivo en la salud.
Las personas pueden producir hasta 1200 ml de gas por día, que generalmente se compone de nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, metano, dióxido de carbono y sulfuro de hidrógeno.
Flatulencias y su relación con la presión arterial
Investigaciones recientes han explorado el efecto de la expulsión de gases sobre la presión arterial. Se ha observado que la retención de gases en el intestino puede generar una sensación de hinchazón y malestar, lo que activa respuestas fisiológicas relacionadas con el estrés y la tensión arterial.
Al expulsar los gases, el cuerpo alivia la presión en el abdomen y reduce la distensión intestinal, lo que puede contribuir indirectamente a la relajación general del organismo. Este proceso podría influir en la disminución de la presión arterial, según algunos expertos en gastroenterología y cardiología.
Además, el sulfuro de hidrógeno presente en pequeñas cantidades en las flatulencias podría tener efectos beneficiosos en el sistema cardiovascular. Este gas, cuando se encuentra en concentraciones bajas, actúa como un vasodilatador, es decir, ayuda a ensanchar los vasos sanguíneos, lo que facilita el flujo sanguíneo y reduce la presión arterial.
Estudios lograron detectar que los tipos de gasotransmisores producidos por una persona varían según su dieta y la composición de sus bacterias intestinales.
“Parece factible, por ejemplo, intentar normalizar la cantidad de amoniaco con la ayuda de bacterias que se introducirán en el cuerpo de forma dirigida”, explicó el investigador principal, Alexander Oleskin, de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú.
Investigaciones en ratones
Los investigadores del Instituto John Hopkins que estuvieron a cargo del estudio concluyeron que reconocer el rol que tiene el sulfato de hidrógeno (gases) en la regulación de la presión arterial hará posible desarrollar drogas que aumenten su formación. Una extraña alternativa que se suma a los tratamientos para la hipertensión que se utilizan en la actualidad.
Según reseña Univisión para probar los efectos de las flatulencias sobre la presión sanguínea los científicos compararon un roedor normal con uno al que le faltaba un gen de la encima CSE que se cree es la que genera el sulfato de hidrógeno en el cuerpo.
Registraron los niveles del gas del ratón con problemas y descubrieron que el sulfato de hidrógeno se había agotado de su sistema cardiovascular. El ratón sano mantuvo sus niveles normales.
Luego los dos ratones fueron sometidos a altos niveles de presión sanguínea, y como resultado se pudo comprobar que los niveles sanguíneos del ratón que carecía de CSE no se normalizaron, lo que indicó que el sulfato de hidrógeno es un buen regulador de la presión sanguínea.

Otros beneficios de los pedos para la salud
Más allá de la regulación de la presión arterial, la expulsión de gases tiene otros efectos positivos en la salud:
- Alivio del malestar abdominal: Retener gases puede provocar dolor y distensión abdominal. Liberarlos ayuda a reducir estas molestias y mejorar la sensación de bienestar.
- Indicador de una buena digestión: La presencia de flatulencias indica que el sistema digestivo está funcionando y que las bacterias intestinales están cumpliendo su papel en la descomposición de los alimentos.
- Señal de un intestino saludable: Un equilibrio adecuado de la microbiota intestinal contribuye a la producción de gases. Cambios abruptos en la frecuencia de las flatulencias pueden ser un indicio de problemas digestivos o enfermedades.
- Posible protección celular: Estudios sugieren que el sulfuro de hidrógeno en pequeñas cantidades podría ayudar a proteger las mitocondrias de las células, lo que contribuiría a un envejecimiento celular más saludable.
Alimentación y producción de Gases
El tipo de alimentos que consumimos influye directamente en la cantidad de gases que generamos. Algunos de los alimentos que promueven la formación de flatulencias incluyen:
- Legumbres (frijoles, lentejas, garbanzos)
- Vegetales crucíferos (brócoli, coliflor, repollo)
- Lácteos (en personas con intolerancia a la lactosa)
- Bebidas carbonatadas
- Alimentos ricos en fibra
Si bien una dieta equilibrada es fundamental para la salud intestinal, en algunos casos podría ser necesario moderar el consumo de estos alimentos para evitar molestias excesivas.
Las flatulencias, lejos de ser un simple tabú social, cumplen una función vital en el organismo. Su liberación no solo alivia la incomodidad digestiva, sino que también podría contribuir a la regulación de la presión arterial gracias a su efecto vasodilatador y relajante.
La ciencia sigue explorando estos beneficios, lo cierto es que expulsar gases es un proceso natural que no debe reprimirse en exceso. La próxima vez que sientas la necesidad de liberar una flatulencia, recuerda que podría estar contribuyendo a tu bienestar general y a la salud de tu corazón.
Redacción Zigmaz